Economía

Una economía agrícola

Plantaciones de papas, almendras, higos, frutales y sobre todo viñedos.

Paisaje Agrario,
Vilaflor de Chasna

La herencia de nuestros antepasados

En la actualidad, el suelo agrícola de Vilaflor, lo tenemos gracias a la transformación del terreno que realizaron nuestros antepasados, ya que no les quedó más remedio que obtener alimentos para subsistir.
Construyeron bancales delimitados por muros de contención para poder cultivar. Con ello, ampliaron la superficie de cultivo y, de paso, evitaron la pérdida de suelo y mejoraron la infiltración de agua de lluvia.
Estas intervenciones ayudaron a preservar hasta hoy el suelo y el agua, elementos estratégicos para la supervivencia de un pueblo como Vilaflor.

Cultivo sobre Jable

La zona de cultivo más alta de la isla

Con el enarenado artificial de jable en los bancales y la canalización del agua de riego, Vilaflor se ha convertido, por excelencia, en la zona de cultivo más alta de la isla, ya que los cultivos llegan hasta los 1600m sobre el nivel del mar.

El paisaje del jable es un artificio humano, fruto del trabajo de nuestros antepasados, utilizados en la agricultura desde el siglo XIX. En las medianías del sur de Tenerife, la escasez de suelos se solventó, en parte, gracias a la abundancia y utilización de jable.

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Los depósitos de este material son los resultantes de las manifestaciones explosivas cuaternarias que expulsaron grandes cantidades de pómez, y están presentes en todo el ámbito territorial, dando lugar a la explotación de vetas para la extracción del jable, elemento definidor del valor ecológico y medioambiental de las prácticas agrícolas de la zona.
Nuestros antepasados se esforzaron en modificar el entorno para aprovechar los escasos recursos, excavando las canteras para extraer el jable y desarrollando el cultivo directo sobre este material, lo que originó un paisaje agrario de secano constituido por miles de pequeños canteros de colores blanquecinos en el que la papa fue haciéndose predominante a medida que se fue convirtiendo en un producto agrícola de exportación.
El terrazgo agrícola se convierte en una defensa frente a la erosión de los suelos, debido a que estas zonas de gran pendiente han sido sorribadas, creándose un espacio en bancales sobre laderas de grandes desniveles que, gracias a esta técnica, son compensados, y que evita los daños que puedan causar las lluvias fuertes, y además es un sustrato que no se apelmaza con facilidad.

La papa y la vid en convivencia

Una magnífica estampa visual ligada al costumbrismo y el aprovechamiento de los recursos del entorno

Cultivos de papa y vid,
Vilaflor de Chasna

Viticultura

En el término de Vilaflor de Chasna se registra el viñedo más elevado de Europa, que llega a alcanzar los 1.600 metros de altitud. El esfuerzo y dedicación de los viticultores y bodegueros han convertido los vinos chasneros en un referente de calidad en toda Canarias. Además, la altitud de la uva (entre 1.100 y 1.500 metros) y su adaptación a la zona de tierras negras, otorgan un plus de calidad a este producto y lo dota de una gran competitividad en el mercado, es por ello que  los últimos años se ha difundido notoriamente el cultivo de la vid en el municipio.

La zona denominada “Trevejos” se ha convertido en una zona de referencia por sus viñedos. El suelo donde se asienta el viñedo es volcánico, con dos horizontes bien diferenciados: El primero y más superficial caracterizado por un suelo franco-arcilloso de aproximadamente 1 a 1,5 m de profundidad. Y un segundo horizonte de roca volcánica donde se asienta el primero, transmitiendo a nuestros vinos una gran complejidad gustativa donde predomina su carácter mineral.

Con núcleos tan apreciados e interesantes por sus vinos como Trevejos, En lo demás, destacar la personalidad agraria del municipio, muy presente en todo el territorio por encima de otros ámbitos.

En los últimos años se ha difundido notoriamente el cultivo de la vid en el municipio. Gracias al clima y altura, Vilaflor se ha convertido en un lugar inmejorable para obtener vinos de alta calidad.

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El origen de la vid en Tenerife es antiquísimo, destacándose una temprana elaboración organizada de vinos que durante siglos han dejado claramente establecida su calidad y personalidad, sobresaliendo ante muchos otros vinos producidos en geografías especializadas de Europa o de otros continentes.

La tradición vitivinícola data del siglo XVI, tiene origen español y portugués. Durante los siglos XVI, XVII y XVIII, gran cantidad de vinos tinerfeños fueron exportados hacia Europa y América, reconociendo su calidad en apartados rincones del planeta.

En el municipio de Vilaflor de Chasna la introducción del cultivo de la vid fue llevada a cabo por Pedro Soler (Familia Soler, fundadora del municipio) por el año 1531, expansión del cultivo del viñedo que continuaría a lo largo de las centurias siguientes hasta la actualidad. Así, durante gran parte del siglo XVI la principal actividad económica en las tierras de Chasna fue la viticultura.

Denominación de Origen – Abona: Vilaflor de Chasna cuenta con más de 400 hectáreas de viñedos que producen sus vinos bajo la denominación de origen de Abona. 

Para cuidar al máximo la calidad de los vinos se encuentran los consejos reguladores de las diferentes denominaciones de origen. El sello de la denominación de origen le garantiza la procedencia del vino, así como la buena calidad de este.

Abona, con once bodegas acogidas al Consejo, está ubicada en la zona sur de Tenerife, en el área más soleada y con menor pluviometría de la isla. Abarca los municipios de Adeje, Arona, Vilaflor, San Miguel, Granadilla, Arico y Fasnia, con salida al litoral, donde se obtienen uvas con mayor grado alcohólico. En el término de Vilaflor de Chasna, más al interior, se registra el viñedo más elevado de Europa, que llega a alcanzar los 1.600 metros de altitud.

Esta zona se caracteriza por sus tierras negras. El cultivo se hace en forma de vaso irregular, las producciones son bastantes bajas y, por tanto, de buena calidad. Las condiciones de esta Denominación, con la posibilidad de combinar uvas cultivadas a muy diferentes altitudes, permite homogeneizar el grado alcohólico.

El cultivo de la vid desempeña además un papel destacado de mantenimiento de los ecosistemas en las laderas de medianías de fuertes pendientes, evitando la erosión y desertización, y prestando además una gran belleza al paisaje.

Las variedades de uva dominantes de la zona son la listán blanca, que ocupa el 80 % del viñedo y la listán negra, que cubre la superficie restante.

Tal y como sucede con las demás zonas de Tenerife, el gran número de bodegas que embotellan parece haber surgido por generación espontánea gracias al buen momento que atraviesa el vino canario, fundamentalmente por la demanda interna.

La moderna tecnología se ha impuesto en sus bodegas, contando con excelentes sistemas de producción, estabilización y embotellado.

Para los tinerfeños el vino es mucho más que un significativo valor de subsistencia para un sector de su población es un producto que forma parte importante de su patrimonio cultural, arraigado de forma popular con alta expansión del conocimiento y práctica de las tradiciones enológicas.

El esfuerzo y dedicación de los viticultores y bodegueros han convertido los vinos chasneros en un referente de calidad en toda Canarias. Su adaptación a la zona de tierras negras, otorgan un plus de calidad a este producto y lo dota de una gran competitividad en el mercado.

Cosecha de papas

El cultivo de la papa ha supuesto en la comarca de Chasna un pilar imprescindible dentro de la renta y la dieta de sus habitantes durante siglos. La tierra es fértil y la existencia del jable y la aclimatación de la temperatura han supuesto un entorno perfecto para el desarrollo de este cultivo.

Gracias a la bondad de su clima y a la riqueza que proporciona el sol, las papas de Vilaflor de Chasna se han ganado una justa fama de exquisitez que comparte con la miel y los vinos. 

 

Un plato de papas arrugadas y un vino de la tierra son parte de nuestras señas de identidad, son parte de los archivos vivos de nuestros emigrantes. No son solo un plato, son un encuentro con nuestra historia y nuestra cultura, son parte de nuestros antepasados que pervive en las medianías.

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Vilaflor de Chasna es por excelencia la zona de cultivo más alta de la isla, y probablemente de España, ya que los cultivos llegan a los 1600 msnm. El cultivo es muy parecido al de la zona baja, salvo por varios factores. En primer lugar, las fechas de siembra son tardías, habitualmente entre el 15 de julio y el 15 de agosto, dependiendo de la altura y el lugar. En segundo lugar, se usa semilla de papas blancas comerciales de segunda multiplicación, es decir, los agricultores no compran la semilla, sino que la deben obtener en la cosecha temprana en cotas bajas o antiguamente en la zona norte de la Isla. En tercer lugar, las técnicas de cultivo son algo diferenciadas de las del resto del sur, fundamentalmente por utilizar uno de los marcos de plantación más estrechos de las Islas. Su cosecha, dependiendo del año, se produce entre diciembre y enero, compitiendo con las papas de importación por un nicho en el mercado, teniendo el valor añadido de un producto fresco de reciente cosecha y de una calidad inconfundible.

Orígenes de la papa en Canarias

Sabemos que este tubérculo que trajeron los exploradores de las Américas a finales del siglo XVI fue para Europa un producto esencial para eliminar las hambrunas que asolaban al continente. Pero tuvieron que pasar dos siglos desde su llegada hasta que su consumo se normalizase entre los humanos. Y todo fue gracias a un farmacéutico, agrónomo y publicista accidental llamado Antoine Augustin de Parmentier.

Hasta principios del siglo XVIII la patata que había llegado a Francia y otros países de alrededor se empleaba esencialmente como alimento para el ganado. Por ejemplo, se las encontraba en los grandes pastos agrícolas, y las vacas se comían sólo la planta de la patata, con lo que el fruto se quedaba en la tierra y volvía a brotar por sí sola, por lo que era muy cómodo para los campesinos. Servía como abono de otras plantas y de adorno para jardines palaciegos. Los aldeanos también les ofrecían este bien a los mendigos.

«Aunque la presencia de la papa en Canarias a partir de 1560 parece confirmada, su cultivo se hizo, probablemente, de forma esporádica, sin mucha difusión (como ocurrió en Europa, donde comenzó siendo una curiosidad de jardín), por lo que parece lógico pensar que fuera la introducción de 1622, citada por Viera, hecha en un suelo y en un clima optimo, la que tuvo un efecto impactante y contribuyo a difundir el cultivo en las Islas…»

Viera y Clavijo indica en el Diccionario de Historia Natural de las Islas Canarias, que fue D. Juan Bautista de Castro quien las sembró en sus posesiones de Icod el Alto, habiéndolas traído de Perú en 1622. Es, por tanto, una primera cita de la introducción de las papas en Canarias recogida en una obra escrita y la primera donde se indica el inicio de su cultivo. Durante siglos fueron llegando del continente americano numerosas variedades de papas, algunas de las cuales aún se cultivan en esta Isla, incluso ahora, se siguen introduciendo papas de procedencia andina o venezolana, algunas de las cuales son variedades mejoradas.

29 papas antiguas

Entre las variedades de papas canarias se cuentan 46 tipos de papas, entre las que se incluyen las conocidas como papas antiguas, uno de los productos estrella de esta cocina. Además, es la única de todo el país que disfruta del reconocimiento de denominación de origen protegida.

Está constituida por 29 variedades diferentes, algunas de tipo andinas, las variedades de papa negra y las cultivadas directamente en las islas. Estas papas se distinguen del resto por sus diferentes formas y coloración. Las hay redondas o alargadas, más o menos pequeñas, con colores externos que oscilan entre el negro, morado, rosa o naranja, mientras que el interior presenta colores crema y amarillo. Su textura también puede variar. Algunas pueden ser cremosas al paladar, otras más bien harinosas y otras, mantecosas. Sin embargo, como carece de gránulos, esta textura se presenta mucho más uniforme que en el resto de las variedades de toda Europa.

Las  29 variedades genéticamente singulares bajo el manto de la Denominación de Origen Protegida Papas Antiguas de Canarias son: negrita de El Hierro, buena moza o palmera, blanca, colorada, corralera tijarafera, corraleda colorada, corraleda legítima, carralera, negra de La Palma, negra veteada, Rayada o Jorge, haragana, de ojo azul, blanca, moñigo de camello, de la tierra, azucena negra, azucena blanca, bonita negra, bonita blanca, bonita colorada, bonita llagada, bonito ojo de perdíz, borralla o melonera, colorada de baba, negra yema de huevo, peluca blanca, peluca negra, peluca roja y terrenta. Nombres variados para designar a casi una treintena de variedades que se producen exclusivamente en Canarias, independientemente de que se cosechan otras muy similares, prácticamente iguales, en la zona de Perú. Se trata de variedades históricas, diferentes a las andinas, pero proceden directamente de ellas. «La borralla es una de las pocas variedades del mundo que no tiene un antecedente de ningún sitio. La borralla es la única papa genéticamente que no procede de ningún sitio, es exclusivamente de Canarias. Vino de América, pero se transformó, puede que se haya hecho hasta un híbrido, pero no se degenera.

Los enarenados artificiales de los piroclastos ácidos: los “jables” de Vilaflor de Chasna.

Los depósitos de piroclastos ácidos o tobas pumíticas, procedentes de erupciones volcánicas altamente explosivas, también han sido utilizados en la agricultura canaria por lo menos desde el siglo XIX. Efectivamente, en las medianías del Sur de Tenerife, la escasez de suelos aptos para el cultivo se solventó en parte gracias a la gran abundancia de dichos depósitos, dando lugar al paisaje agrario de los enarenados artificiales de los “jables”, que es el nombre local con el que se conoce a los piroclastos ácidos.
Inicialmente, sobre todo con anterioridad a los alumbramientos de agua de las décadas de los treinta y cuarenta, se produjo un aprovechamiento directo sobre una amplia superficie de terreno en la que básicamente las tierras de cultivo sorribadas fueron pumitas más o menos mezcladas con los escasos suelos disponibles. En las medianías altas (entre los 700 y 900 m) se desarrolló este cultivo directo sobre pumitas que originó un paisaje agrario de secano constituido por miles de pequeños canteros de colores blanquecinos que se distribuían por los interfluvios alomados de la vertiente de sotavento de la Isla. Aquí se instauró un policultivo (cereal, legumbres, papas, viña, frutales, etc.) en el que la papa fue haciéndose predominante a medida que se fue convirtiendo en un producto agrícola de exportación.
Precisamente fue el crecimiento de la demanda europea la que, una vez que se solventan los problemas de las disponibilidades de agua para riego, la que va a determinar una expansión sin precedentes de los cultivos de jables hacia las medianías e incluso hacia las medianías bajas. Pero ahora las nuevas sorribas se llevan a cabo en suelos arcillosos sobre los que se extiende una capa de jable de unos 20-30 cm de espesor: es el verdadero enarenado artificial de los jables.

Las pumitas permiten la conservación de la humedad dada su naturaleza higroscópica, disminuye y facilita el laboreo agrícola, a la vez que el consumo de agua se ve reducido considerablemente.
Después de concluida la Segunda Guerra Mundial, comenzaron los trabajos de construcción del terrazgo agrícola de los enarenados de los jables modernos, prolongados hasta los años setenta, y cuya pervivencia actual más importante ha quedado reducida al municipio de Vilaflor de Chasna. En los cientos de canteros que constituyen las medianas explotaciones de Vilaflor, los beneficios comerciales obtenidos por la cosecha extra temprana de papas, destinada primero al mercado británico y hoy al mercado regional, han especializado el paisaje agrario en el monocultivo de este tubérculo.