Ifonche

Introducción

El Paisaje Protegido de Ifonche se localiza en la vertiente suroccidental de la isla de Tenerife, en la comarca de Chasna, extendiéndose sobre una superficie de 774’8 Ha, en los términos municipales de Adeje, con 172’6 Ha (22’27 % del territorio protegido) y Vilaflor de Chasna con 602’2 Ha (77’73%).

A grandes rasgos, el espacio se encuentra delimitado, al este, por el municipio de Vilaflor de Chasna, prolongándose hacia el oeste sobre una sucesión de coladas y edificios volcánicos, hasta alcanzar las laderas del Barranco del Infierno y la sucesión de roques que cierran el valle de Adeje. El límite meridional se inscribe en un sector de escasa pendiente e intensamente antropizado , mientras que el límite septentrional conecta con el Parque Natural de la Corona Forestal.

El rango de altitudes dentro del Paisaje Protegido oscila entre la cota mínima de 930 m (proximidades de Ifonche) y la máxima de 1.576 m (Montaña Ciruelita).

El Paisaje Protegido de Ifonche está constituido por un paisaje rural de caseríos dispersos, con numerosas huertas y parcelas de cultivo abancaladas, preparadas con muros de piedra seca y depósitos de jable. Actualmente, la mayoría están abandonadas, aunque subsiste una cierta actividad agrícola fundamentada en el cultivo, tanto de regadío como de secano. Esta actividad se concentra en la zona de Guayero y, sobre todo, en los alrededores del caserío de Ifonche. La parte norte del espacio protegido está ocupada por formaciones de pinar tendiendo a reocupar los terrenos de cultivo abandonados, sobre todo en las cotas altas.

Paisaje

El Paisaje Protegido de Ifonche es, en gran medida, un espacio agrario, con predominio por tanto de los componentes antrópicos, sin olvidar que un elevado porcentaje de este está ocupado por pinar. En su parte central tienen una gran importancia visual los edificios volcánicos cubiertos solamente por una vegetación rala.

Cuencas visuales

1. Llano de Trevejos

La vista abarca la mayor parte de los sectores central y oriental del Paisaje Protegido. El punto de observación es una llanura ocupada por campos de cultivo, algunos en uso, predominando la vid, y otros abandonados. Hay algunas casas aisladas y grandes ejemplares de pino solitarios. El llano se encuentra rodeado por edificios volcánicos que limitan el campo visual, sobre todo hacia el oeste.

Hacia el este, el terreno asciende gradualmente, estando ocupado por un pinar cuya densidad permite apreciar algunos elementos geomorfológicos , como los cauces de los barrancos o el cono volcánico de la Montaña de los Lirios.

2. Montaña de los Listones

Desde la cima de este volcán se domina el sector occidental del Paisaje Protegido, en especial su mitad norte. Es uno de los pocos lugares desde donde es posible ver el área de Guayero, enclave agrícola separado del llano de Trevejos por Montaña Mohíno, Montaña de la Medida y la propia Montaña de los Listones, y del caserío de Ifonche por el Barranco de las Goteras. El campo visual se prolonga hacia el oeste, hasta los límites del espacio, donde se yerguen los roques de Abinque, los Brezos e Imoque.

3. Caserío de Ifonche

Desde la base del Roque de los Brezos. Domina todo el sector occidental del Paisaje Protegido, el más profundamente caracterizado por la ocupación y la actividad humana. Hacia el norte, en los límites del espacio protegido, destacan los cauces encajados de los barrancos del Búsano, del Rey y de las Goteras, rodeados por las masas de pinar que se prolongan en el Parque Natural de Corona Forestal. El resto lo ocupa el caserío de Ifonche y las huertas cultivadas. Al nordeste se encuentra la alineación de aparatos volcánicos constituida por las montañas Mohíno, de los Listones, de la Medida y de Funes, esta última fuera del Paisaje Protegido, que limitan el campo visual en esa dirección.

Unidades de paisaje

1. Conos de piroclastos de la Serie III

Forman parte del eje sur de construcción de la isla y ocupan los sectores central y oriental del Paisaje, constituyendo los elementos del relieve más llamativos del mismo. La erosión apenas ha hecho mella en ellos, conservando la mayoría la boca eruptiva. Son los siguientes, de este a oeste: Montaña Ciruelita, Montaña de los Lirios, el volcán triple de la Montaña de Doña Cándida, Montaña de los Pinos, Montaña de los Listones, Montaña de la Medida y, por último, un pequeño volcán sin toponimia conocida junto a Guayero. El recubrimiento vegetal de los conos varía desde la casi total ausencia de pinos en la Montaña de los Listones, hasta un pinar de cierta densidad en la Montaña de los Pinos, la Ciruelita o los Lirios. En los sectores más bajos de muchos de ellos aparecen bancales sin cultivar.

2. Barrancos encajados

Esta unidad incluye al Barranco del Rey, el Barranco de las Goteras y el del Búsano, ambos afluentes del primero, además del Barranco del Agua, al oeste de los anteriores y menos encajado. Su encajamiento en este tramo de su cauce se ha visto favorecido por el contacto de materiales con orígenes geológicos diferentes. A diferencia de la unidad anterior, su carácter cerrado y su naturaleza dificultan su observación. Desde el caserío de Ifonche, sin embargo, se aprecian claramente los escarpes de alguno de los barrancos entre el pinar. Predominan los elementos geomorfológicos, aunque la vegetación es abundante en los fondos de los cauces con la existencia incluso de bosquetes de sauces. Los elementos antrópicos se reducen a algunas infraestructuras asociadas a la explotación de los recursos hídricos.

3. Interfluvios y lomadas con pinares

Ocupan una importante extensión del Paisaje Protegido de Ifonche, correspondiendo además con los sectores menos antropizados del mismo. Esta unidad la constituyen los interfluvios de los barrancos más encajados, en la parte occidental, extendiéndose hacia el este, donde incluye barrancos menos incididos y ocupados por pinares.

4. Áreas antropizadas

Es la unidad paisajística que ocupa una mayor extensión del e espacio protegido. Aparece fragmentado en tres áreas principales: el entorno del caserío de Ifonche, el llano de Trevejos y Guayero, todos ellos lugares de topografía suave, lo cual favorece el desarrollo de la agricultura y el poblamiento. La más intensa ocupación humana se produce en el caserío disperso de Ifonche, donde el paisaje se caracteriza por las huertas, a menudo cubiertas de jable, y entre las que se intercalan las viviendas en diseminado. Los cultivos se extienden a los barranquillos que atraviesan la zona, donde aparecen pequeños bancales ocupados generalmente por frutales. Por su parte, Trevejos constituye un llano ocupado en su totalidad por campos agrícolas repartidos entre el cultivo de la vid y las parcelas abandonadas. En este caso las edificaciones son escasas y mucho más dispersas que en Ifonche. Finalmente, Guayero es el área más pequeña de las tres, posee algunas edificaciones y extensos bancales cubiertos de jable, aunque la presencia del pinar es significativa.

5. Estructuras domáticas de naturaleza sálica

La constituye un domo fonolítico, la Montaña Mohíno, más antiguo que los conos de piroclastos que lo rodean. Destacan sus superficies con disyunciones prismáticas, formadas en el proceso de enfriamiento tras la erupción. Se encuentra cubierto por un pinar poco denso y sus modestas dimensiones lo hacen pasar bastante desapercibido.

6. Roques de la Serie I

Los roques Abinque, de los Brezos e Imoque, son testigos de un macizo antiguo profundamente erosionado. Aunque sólo una pequeña extensión del Roque de los Brezos, y otra menor aún del Roque Imoque, quedan dentro del Paisaje Protegido de Ifonche, se reseñan aquí por su gran presencia visual en toda la comarca.

Recursos culturales

Patrimonio etnográfico

Los elementos de interés etnográfico, entendiendo como tales aquellos vestigios materiales asociados a un modo de vida tradicional y a unos usos seculares con tendencia a la desaparición, son fundamentalmente de tres tipos: las viviendas tradicionales, las eras y el sistema de bancales, todos ellos fuertemente ligados a la actividad agrícola. Se concentran de forma notable en la parte occidental del espacio protegido, en el caserío de Ifonche y en sus inmediaciones.

Las viviendas tradicionales deben su gran interés a su adaptación a los condicionantes naturales y a su funcionalidad ligada a la actividad agrícola, haciendo uso además de los materiales más accesibles. Se encuentran casas de este tipo repartidas por todas las zonas pobladas del Paisaje, principalmente en el caserío disperso de Ifonche y en Guayero. Las viviendas son habitualmente de planta rectangular, con tejado a dos o cuatro aguas y con pocos vanos abiertos al exterior. Los materiales empleados son los bloques de tosca blanca, la piedra, tejas y madera. Algunas de las edificaciones constan también de elementos de construcción como escaleras exteriores o balcones, que las enriquecen. Asociados a las viviendas, se conservan otras edificaciones, como graneros y hornos, aunque su conservación suele ser más difícil por haber perdido casi siempre su función.

Las eras cuentan con tres ejemplos dentro del espacio protegido, todos cercanos al límite occidental del mismo. Su función las liga fuertemente a las viviendas y sobre todo a los campos de cultivo. El estado de conservación de las tres es bastante bueno.

Los bancales se distribuyen por todas aquellas áreas agrícolas donde debía ser salvado un cierto grado de desnivel del terreno. Sus muros están construidos de piedra seca, en muchos casos, con bloques de tosca blanca poco labrados que configuran un tipo de paisaje muy típico de las medianías del sur de la isla. Actualmente muchos están abandonados, por lo general los más alejados de las construcciones y los de suelos más pobres. En estos casos se produce la lenta recuperación de la vegetación natural.

Patrimonio arqueológico

La pobreza de restos arqueológicos es casi absoluta. El Paisaje se localiza casi en su totalidad por encima de los 1.000 m, por lo que en tiempos prehistóricos no debía conocer asentamientos permanentes de población, sino formaría parte del sistema estacional de pastoreo. Por otro lado, las áreas más favorables son las que con más intensidad sufrieron la posterior actividad humana, pudiendo el poblamiento y la roturación de tierras hacer desaparecer los yacimientos existentes.

Por otra parte, no se ha realizado la Carta Arqueológica del municipio de Vilaflor de Chasna, mientras que la de Adeje, realizada en 1990, arrojó unos resultados negativos para el entorno del caserío de Ifonche.

El único vestigio que puede ser nombrado es la formación conocida como “medida del guanche”, un hundimiento en la capa basáltica de contorno vagamente humano. Su valor no es arqueológico, pero sí muestra el arraigo de una cierta idea popular que mitifica el mundo prehispánico.

Geología

El Paisaje Protegido de Ifonche se extiende en parte sobre el eje Norte-Sur de construcción de la isla, que es el que presenta menor apariencia de dorsal y que, al contrario de los otros dos ejes (nordeste-sudoeste, nororeste-sudeste), ha permanecido inactivo en los últimos 500.000 años. Los materiales pertenecen pues a todas las series volcánicas presentes en la isla, excepto a la Serie IV o Reciente.

Serie I

Aparecen, de forma testimonial, productos de esta serie en el extremo suroccidental del espacio protegido, donde constituyen los Roques de Imoque y Los Brezos. Son los restos, muy erosionados, de un macizo antiguo creado por la acumulación de coladas basálticas de escasa potencia.

Serie II

Ocupa una superficie más importante, con materiales pertenecientes a toda la escala de alcalinidad, desde los más básicos a los más ácidos, pero con predominio de los materiales intermedios, de naturaleza traquibasáltica. Los materiales más antiguos de esta serie se encuentran en los barrancos encajados, al norte del caserío de Ifonche. Sin embargo, la mayor representación de esta serie corresponde a coladas de fonolitas y traquitas procedentes de centros de emisión que se encontrarían en torno al gran edificio pre-caldera. La excepción la constituye Montaña Mohíno, domo que originó coladas de fonolitas parcialmente cubiertas por los materiales de la Serie III.

Serie III

Los materiales pertenecientes a esta serie constituyen la mayor parte de la superficie del espacio protegido y, al contrario de los de la serie anterior, sus centros de emisión se encuentran en muchos casos en el interior de este. Estos centros de emisión son c onos de piroclastos bien conservados, pertenecientes al Pleistoceno Superior (edad inferior al millón de años) y son conocidos por los siguientes nombres: Montaña Ciruelita y Montaña de los Lirios, que forman un edificio doble; Montaña de Doña Cándida, con tres bocas eruptivas; Montaña de los Pinos; Montaña de los Listones y Montaña de la Medida. Estos volcanes dieron lugar a coladas basálticas, algunas de gran potencia, que rellenaron el relieve previo, configurando una plataforma más o menos llana en la que destacan los conos de piroclastos.

Flora y vegetación

La vegetación del Paisaje Protegido de Ifonche está condicionada por su localización y por su orografía. Se encuentra localizado aproximadamente entre los 900 y los 1500 metros de altitud, en situaciones que se corresponden con los terrenos potenciales del pinar. No obstante, la activa e intensa transformación antrópica sufrida por este espacio ha determinado que el pinar sólo ocupe una fracción de la superficie total del Paisaje Protegido, siendo reemplazado por cultivos.
Las principales comunidades vegetales presentes en el Paisaje Protegido de Ifonche son las siguientes:

Pinar

Como ya se ha mencionado, el territorio del Paisaje se corresponde potencialmente con dominios de pinar, por su altura y situación, de ahí que el pinar deba ser considerado como la formación climatófila.
En función de su estado actual se pueden definir varias tipologías:

Tipo 1

Se encuentra sobre suelos poco desarrollados, pedregosos, mostrando señales de enfermedades carenciales por falta de agua y nutrientes en el suelo, apareciendo amarillentos y con dimensiones muy pequeñas, aunque desempeñan un papel fundamental en la retención del suelo. Su cobertura y densidad son bajas, existiendo incluso zonas carentes de árboles, por la ausencia de suelo, ocupadas en esos casos por codesos, escobones y jaras. La clase de edad más abundante es la de latizal bajo, que engloba los pies con diámetro inferior a 10 cm. Entre ellos, de forma dispersa, aparecen pies padres con diámetro superior a 40 cm, escasos, pero aparentemente suficientes a la hora de producir semillas, si bien la regeneración natural parece baja. Estos pies debieron ser los que se respetaron de la corta en la época en que todos los terrenos ocupados por esta formación se dedicaban al cultivo. Este tipo aparece al noroeste de Montaña Ciruelita, en la cima de Montaña Mohino y en la franja septentrional del espacio, lindante con Corona Forestal, con una superficie de unas 137 ha.

Tipo 2

Está constituido por bosquetes localizados en zonas que, o bien no han sido nunca cultivadas o lo fueron con brevedad y luego fueron rápidamente colonizadas por el pino, así como en fondos de barranco y laderas escarpadas con muy poco suelo. Se van a poder distinguir claramente dos estratos: uno dominante, constituido por los pies padre, que aparecen en lo alto de las lomas y laderas, y el dominado, constituido por los pies producto de regeneración a partir de los anteriores, con menor diámetro y sometidos a una fuerte competencia por su excesiva densidad.

En el sotobosque aparecen algunas especies de valencia ecológica alta, capaces de vivir en suelos de pinar si estos son suficientemente ricos, como la tedera (Aspalthium bituminosum), el poleo (Bystropogon origanifolius), la gamona (Asphodelus aestivus), e incluso una especie de cotas inferiores como la tabaiba amarga (Euphorbia obtusifolia). En situaciones especialmente húmedas y umbrías, aparecen elementos más termófilos como el tajinaste (Echium virescens), el poleo de monte (Bystropogon canariensis) o el retamonillo (Teline osyroides).

Este tipo 2 ocupa una superficie de 54 ha, en forma de pequeños bosquetes dispersos, de entre los cuales los más destacables se encuentran al norte de Montaña Cándida y en la Montaña de los Pinos.

Tipo 3

Aparece por encima de Ifonche, al oeste de Guayero, en una zona constituida por varios lomos separados por profundos barrancos que presentan masas irregulares de pinar en buen estado de conservación. Parte de estos terrenos presentan restos de antiguos abancalamientos, abandonados hace ya bastante tiempo, en tanto que las zonas sin roturar contienen pinos padres de grandes dimensiones y copas desarrolladas, junto con un regenerado de espesura considerable. En total ocupan una superficie de 209 ha, de las cuales unas 20 se vieron afectadas por el último incendio.

Saucedas

Aparecen ligadas a barrancos donde existe flujo de agua durante la mayor parte del año. En el Paisaje Protegido de Ifonche se encuentran relegadas al cauce del Barranco de las Goteras. Es una formación arbórea que forma bosques de galería siguiendo los cauces donde vive, llegando desde cotas muy bajas hasta las cumbres. Domina en el estrato superior el sauce canario (Salix canariensis), que en este caso convive con un matorral compuesto por las especies propias del pinar circundante y también es frecuente la presencia de zarzas (Rubus inermis) en el estrato inferior. Los sauces presentan una cobertura variable según el punto del cauce, aunque puede llegar a ser muy alta (hasta el 95 %), con ejemplares de tamaño mediano o pequeño, aunque es de notar la presencia de algunos de hasta 7 m.

Zarzas (Rubus inermis)

Bejeque (Aeonium holochrysum)

Comunidades rupícolas

Se definen las comunidades rupícolas como aquellas que viven sobre sustrato rocoso, sobre rocas, en riscos y laderas con muy poco suelo, aprovechando las grietas o fisuras de las rocas.

Destacan por su importancia la palomera (Pericallis lanata), acompañada por especies como el bejeque (Aeonium holochrysum). Se puede encontrar en los sectores más escarpados del espacio, en las laderas de los barrancos y zonas con fuertes pendientes y una cierta umbría, apareciendo las formaciones más espectaculares en el barranco de las Goteras.

Comunidades de sustitución

 A diferencia de las anteriores, no se trata de comunidades naturales, sino que son producto de la degradación antrópica efectuada sobre la vegetación potencial, básicamente con fines agrícolas. Aquí se incluirían las formaciones propias de la degradación o de las etapas jóvenes del pinar, como los escobonales, codesares y tajinastales, fases previas a la instalación de los pinos, que ya han sido mencionadas antes, así como las comunidades de suelos degradados como los jarales y tomillares. Esta formación se origina sobre suelos pedregosos y decapitados como consecuencia de la intensa degradación de los pinares y la pérdida del suelo. Aparece como dominante el jaguarzo (Cistus monspeliensis), acompañado por la jara (Cistus symphytifolius) y el tomillo salvaje (Micromeria kuegleri).

Jara (Cistus symphytifolius)

Maravilla (Calendula arvensis)

Comunidades antrópicas de degradación

Bajo esta denominación se recogen todas aquellas comunidades vegetales que colonizan los terrenos de cultivo una vez abandonados éstos. Se trata generalmente de comunidades herbáceas constituidas por especies de distribución ecológica y mundial amplia, a menudo anuales y con apetencias ruderales y/o nitrófilas. Entre esas comunidades cabe destacar la constituida por las poblaciones de maravilla (Calendula arvensis), que constituyen comunidades propias de terrenos recién abandonados o en barbecho, que llegan a tener una gran densidad y una elevada biodiversidad.

Cultivos

Como ya se ha mencionado, el Paisaje Protegido de Ifonche ha sido modelado en su actual configuración por la existencia de una intensa actividad agrícola a lo largo del tiempo, la cual, si bien ha remitido de forma notoria, sigue teniendo una cierta relevancia. En consecuencia, una gran parte del territorio del espacio protegido está ocupado por terrenos de cultivo, muchos de ellos abandonados o en barbecho, pero otros aún en explotación. Se trata por lo general se cultivos dispersos, dedicados a la plantación de viñas y, en menor medida de papas, millo y otros.

La flora del Paisaje Protegido de Ifonche incluye un número elevado de taxones en su componente vascular, que es la mejor estudiada. Se pueden detectar un número próximo a las 100 especies de plantas con flores. De esas especies, se han reconocido hasta 53 taxones endémicos, 10 de ellos macaronésicos, 35 canarios y 8 insulares. Asimismo, diversas especies se encuentran protegidas por la legislación vigente o bien figuran como amenazadas en alguno de los listados de flora amenazada de Canarias.

Viña

Fauna

La localización geográfica determina que el principal componente de la fauna del espacio, tanto vertebrada como invertebrada, esté constituido por la fauna propia de los bosques de pinos. También va a ser importante la fauna típica de pastizales y cultivos abandonados, y la de fondos de barranco.

Fauna invertebrada:

Las condiciones climáticas dominantes en el espacio no constituyen un hábitat especialmente favorable para los invertebrados, que normalmente prefieren los ambientes húmedos, siendo por tanto más abundantes en los cauces de los barrancos y en las proximidades de estanques y conducciones de agua.

El mayor número de especies corresponde a los artrópodos, y dentro de éstos, a los insectos, aunque hay buena representación de otros grupos, como los crustáceos isópodos de la familia Porcellonidae (“cochinillas o vaquitas de humedad”), los miriápodos diplópodos (como Ommatoiulus moreletii) y quilópodos (como Scolopendra marsitans), y arácnidos.

Existe una importante representación de mariposas tanto diurnas como nocturnas. Entre las primeras destaca el endemismo tinerfeño Hipparchia wyssii,  y el endemismo canario Cyclyrius webbianus. Mientras que entre las nocturnas mencionar entre otras Noctua pronuba, Agrotis trux, Paranatalia tenerifica y Paranataelia whitei (estos dos últimos endemismos canarios).

Fauna vertebrada

La fauna vertebrada está dominada, como es habitual en las islas, por la avifauna, que presenta el mayor número de especies, si bien también se localizan reptiles y mamíferos.

Entre los reptiles sólo se han encontrado dos especies, el perenquén (Tarentola delalandii), poco común, y el lagarto (Gallotia galloti), bastante más habitual en los muros de piedras y bajo éstas, así como en las zonas de jarales.

Las aves cuentan con un total de 25 especies presuntamente nidificantes, todas ellas autóctonas, así como con la presencia de una especie migratoria invernante, Turdus philomelos. El principal contingente de la avifauna se corresponde con especies de hábitos forestales, como el canario (Serinus canaria), el mosquitero común (Phylloscopus collybita) y el herrerillo (Parus caeruleus), todas ellas bastante comunes, junto con especies menos habituales en el espacio, pero de clara localización forestal, como el reyezuelo ((Regulus regulus), el pinzón del Teide (Fringilla teydea) y el pico picapinos (Dendrocopos major). También en las zonas forestales, pero en lugares más húmedos como cauce de barrancos, aparecen especies como el petirrojo (Erithacus rubecula) o el mirlo (Turdus merula). Aún más ligada al agua, en la proximidad de estanques, se puede encontrar la alpispa o lavandera (Motacilla cinerea). Otras especies destacables son el tabobo o abubilla (Upupa epops), el alcaudón (Lanius meridionalis), la curruca cabecinegra (Sylvia melanocephala), la curruca tomillera (Sylvia conspicillata) y la curruca capirotada (Sylvia atricapilla).

En zonas más abiertas cabe citar la presencia del bisbita caminero (Anthus berthelotii), bastante común en la zona, sobre todo en la parte sur del espacio, en las zonas  más llanas, compartiendo esos hábitats con la perdiz moruna (Alectoris barbara) y en buena parte con el triguero (Milliaria calandra). También se puede citar, sobre todo en las zonas de cultivos, la presencia de dos fringílidos, el pardillo o millero (Acanthis cannabina) y el verderón (Carduelis chloris). En el propio núcleo de Ifonche se ha constatado la nidificación de varias parejas de gorrión chillón (Petronia petronia). En el Barranco de Las Goteras nidifica el vencejo unicolor (Apus unicolor) y la paloma bravía (Columba livia) lo hace en dicho barranco y en los llanos comprendidos entre las montañas de Doña Cándida y Mohino. También se ha detectado la nidificación de la tórtola (Streptopelia turtur).

Por su parte, se han citado para el espacio natural un total de cinco especies de rapaces, una nocturna, el búho chico (Asio otus), observado en el barranco de las Goteras y  probablemente nidificante, y cuatro diurnas, en concreto el cernícalo (Falco tinnunculus), la más común, nidificando sobre todo en los barrancos y roques, el aguililla o ratonero (Buteo buteo), el gavilán (Accipiter nisus), ambas también posiblemente nidificantes, y el halcón de  Berbería (Falco pelegrinoides), que cuenta con una pareja nidificante muy cerca del espacio natural, en el que se adentran con frecuencia.

Dos especies que se pueden encontrar en el Paisaje Protegido, aunque no nidifican en él, son el cuervo (Corvus corax), de hábitos rupícolas, sobrevolando la zona del barranco del Rey y alrededores, y la gaviota argéntea (Larus cachinnans), que frecuentemente sobrevuela las partes bajas del espacio en bandadas de numerosos individuos.

Por lo que respecta a los mamíferos, las únicas especies autóctonas corresponden a tres quirópteros (murciélagos), Plecotus teneriffae, endemismo canario encontrado en la galería de La Coruja Baja, aunque también debe vivir en el Barranco de las Goteras, Pipistrellus maderensis, endemismo macaronésico y Tadarida teniotis, ambos presentes en las grietas y oquedades del Barranco de las Goteras. El resto de las especies de mamíferos han sido introducidas por el hombre, como es el caso del erizo moruno (Atelerix algirus), bastante común en la zona sur, entre Montaña La Medida y Guayero, el conejo (Oryctolagus cuniculus), abundante en las zonas más despejadas, la rata de campo (Rattus rattus), en casas abandonadas, galerías y zonas con almendros y el ratón común (Mus musculus), común bajo piedras, en casas abandonadas, etc.

De los vertebrados presentes en el Paisaje Protegido, varios de ellos aparecen en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas, como Falco pelegrinoides, calificada como “en peligro de extinción”, y Fringilla teydea, Plecotus teneriffae y Pipistrellus mederensis, todas ellas consideradas “vulnerables”.

 

Referencias:   

Gobierno de Canarias 

Consejería de Medio Ambiente y Ordenación Territorial

Viceconsejería de Ordenación Territorial

Dirección General de Ordenación de Territorio